José María Ruiz
La vida, cual proyecto inacabado, va llegando a su fin, y si en nuestro
vivir morimos mil muertes, mil veces somos capaces de resucitar, pues de amor y
amistad es la sangre de nuestras venas. Fórmula tal bien cabe aplicar a la película
María querida (2004), de José Luis García Sánchez, ya
que la puesta en escena dinamita la ficción para transmutarse en un ejercicio
documental que sigue la senda marcada por María Zambrano. Ella es el
sujeto protagonista de una película que busca, sobre todo, transmitir la importancia de esta mujer, que hizo del pensamiento un compromiso poético y personal.
Nacida en Vélez-Málaga, Maria Zambrano (1904-1991), vivió en Andalucía hasta los cuatro años que se traslada con su familia a Madrid. Estudia el bachillerato en Segovia, donde nace su querida hermana Araceli. De nuevo en Madrid, cursará estudios de filosofía con maestros como Ortega y Gasset, de quien siempre se declararía discípula, aunque con el tiempo su filosofía iría por derroteros muy diferentes a los del maestro. Participó con entusiasmo en la instauración de la República y en sus programas de educación como las Misiones Pedagógicas.La Guerra Civil la empujaría al exilio, primero a París, luego a América Latina, Italia, Suiza... Un largo periplo que se alargó hasta 1984.
En 'María querida' asistimos al encuentro de una María anciana y frágil (interpretada
con brillante apostura por la actriz Pilar
Bardem) con una joven y dinámica realizadora de televisión (María Botto). De la
amistad (teñida de acogimiento maternal en María y de admiración en la joven)
surge el proyecto conjunto de dar a conocer la vida y obra de la filósofa en un
documental.
Como en los diálogos socráticos, la mujer más sabia no se limita aquí a
contar ese conjunto de azares que se suele llamar nuestra historia, sino que
ayudándose de la joven, de sus preguntas, busca reencontrarse con la que fue un
día para conocer así mejor quién ha llegado a ser realmente, quién quiso ser. La
“discípula” también adquiere así saber sobre quién es y, sobre todo, quién debe
llegar a ser, aprendiendo a asumir las limitaciones que le permitirán seguir adelante. El diálogo consigue así que conozcamos a María Zambrano y el
mundo en el que ella vivió, pero también le sirve a ella misma para renocerse,
para recuperar lo que creía perdido. Y es que la pérdida y el fracaso son
inherentes al ser humano, a una vida destinada a desaparecer, y, sin embargo, “hay
que afanarse en fracasar”, como decía Thomas Bernhard, porque la alternativa es
no ser, no vivir. " El fracaso es la medida del hombre", decía la pensadora de Málaga. Fracasar y resurgir es vivir.
'María querida' es un ejemplo de las injusticias y sufrimientos de los que perdieron la guerra, donde estarán también representadas esas mujeres excepcionales, no solo de coraje sino también de altura intelectual, que tras obtener sus derechos en la República vieron cómo se esfumaban al finalizar la contienda.
El guión de Rafael Azcona se nutre de los
escritos de María Zambrano y logra revivir ante nuestros ojos a esta mujer, que,
silenciosamente y medio en la sombra, se convirtió en una de las más originales
y profundas figuras del pensamiento filosófico español.
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