Escribir sobre uno mismo es una terapia comúnmente admitida y aconsejada desde diferentes ámbitos. El hecho de plasmar en un papel en blanco las vivencias y sentimientos que no nos atrevemos a expresar en público, es algo que llevamos realizando desde la infancia o adolescencia, en las primeras redacciones del colegio, o cuando nos regalaban aquel diario para que volcáramos en él nuestras impresiones y secretos inconfesables.
La escritura terapéutica, entendida como una manifestación de diversos traumas o conflictos internos que no seríamos capaces de revelar de otra manera, es una práctica habitual en el camino de superación de diversos trastornos emocionales. En el mundo actual, este papel se realiza, muy a menudo de manera inconsciente, a través de las redes sociales. Expresamos nuestras inquietudes
con una simple frase, a través de Facebook o Twitter, convirtiéndolo en un ejercicio común y, en apariencia, intrascendente. Nos encontramos, sin saberlo, buscando la manera de transmitir nuestro estado anímico, mediante la publicación de pensamientos o frases con las que deseamos comunicarnos y lograr un apoyo emocional que quizá no encontramos en nuestro entorno más próximo.
con una simple frase, a través de Facebook o Twitter, convirtiéndolo en un ejercicio común y, en apariencia, intrascendente. Nos encontramos, sin saberlo, buscando la manera de transmitir nuestro estado anímico, mediante la publicación de pensamientos o frases con las que deseamos comunicarnos y lograr un apoyo emocional que quizá no encontramos en nuestro entorno más próximo.
Ese plasmar nuestros sentimientos de manera espontánea se convierte en una excelente terapia psicológica que no deberíamos obviar ni considerar poco relevante. Las posibilidades que nos ofrecen las redes sociales para transmitir nuestras ideas y estados de ánimo no son sino una nueva manera de enfrentarnos a nuestros miedos y complejos. Cualquier persona, en principio poco proclive a expresarse en público, puede mostrarse mucho más desinhibida al utilizar el teclado del ordenador o del móvil y lanzar sus pensamientos a través de las redes. Reflejado tanto en una frase como en una simple imagen o fotografía, podemos atisbar el mundo psicológico que se esconde tras la persona. Incluso podríamos dar un paso más allá y llegar a un diagnóstico aproximado de ciertos trastornos de la personalidad sólo con estudiar detenidamente la interacción del individuo a través de la red. Que todo ello sea utilizado de manera provechosa y para extraer oportunas conclusiones, llámense terapéuticas o psicológicas sobre las necesidades del individuo, es algo que todavía necesitamos analizar en su justa medida.
Mientras tanto, bienvenida sea toda manifestación publicada sin ánimo de ofensa ni delito, que consiga hacernos crecer a nosotros mismos y nuestro entorno y de esta manera no abandonar, aunque sea en pequeños fragmentos, el hábito de la escritura.
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